A ver, vamos a hablar claro: si ya te tengo sudando por las noches, lo mínimo es que me alimentes por las mañanas.
No te estoy pidiendo una cena con velas ni que me dediques canciones. Solo café, pan y algo que me llene la boca (tú decides si literal o no).
Hazlo práctico: tú pones el desayuno y yo me encargo de que empieces el día con una sonrisa... o con las piernas temblando, lo que prefieras.
¿Te animas a ser mi patrocinador oficial de mañanas calientes?